domingo, 9 de junio de 2013

20 km. de camino

No importa que uno haya hecho antes el Camino de Santiago o no, porque de esta ruta tenemos la sensación de que lo sabemos todo. Se han publicado ya tantas novelas, cuadernos de ruta en bici, caballo o cabra, bitácoras, guías secretas, diarios de crecimiento personal y reportajes trufados de anécdotas, que nos parece que esos 800 km. -si has elegido el francés- ya no dan más de sí. Experiencias religiosas, paulocoelhianas, deportivas, ociosas y puramente hedonistas... Impresión de déjà vu. Y sí, pero no. Es como decir que existen tantos libros, películas y documentales sobre las consecuencias de la guerra civil española que hay que callarse y dejar de remover la tierra. Todo el mundo tiene derecho a hacer su propia búsqueda y a exigirla, y a recorrer y vivir su tramo de camino.

El nuestro fue mínimo y casi espontáneo. Para los profesionales, una miseria, para nosotros, una tarde
Mar de espigas.
estupenda. Quiso la vida que el hermano de uno de mis mejores amigos en esta vida -en otras ojalá también-, sea adicto a los retos de alta exigencia. Tras marcar en el cinturón las muescas de unos cuantos maratones, Nueva York, Tokyo, los Sables (240 km. por el Sáhara marroquí a más de cuarenta grados en seis días, amigos) eligió la ruta jacobea. Una minucia, 800 km. al trote en 13 días a sólo veintitantos grados. ¿Quién no lo haría? Nosotros, por ejemplo. La aportación fue unirnos a la etapa Estella-Los Arcos la semana pasada, en la primera jornada de sol tras meses convencidos de que vivíamos en Escocia. Así tenemos estos trigales de un verde insultante y estos campos rozagantes, normal. Lo justo y necesario.
Josep Maria, la nena y La Nena, pilgrims for one day.

El Joe y la Rosa son els pares del Carles, el corredor de fondo, y del Josep Maria, el meu amic. Una pareja maravillosa que, recién estrenados los setenta, siguen queriéndose y mantienen un espíritu vital, curioso y viajero que otros no han conocido ni a los treinta. Ellos constituyen el apoyo logístico, con su coche recorren la distancia del Camino multiplicada por siete, recogiendo a su hijo de los finales de etapa y llevándolo a los comienzos, compartiendo con él comidas, cenas y relatos del día. El Josep Maria y La Nena, hermano y tía del deportista, se sumaron durante dos o tres días a la experiencia familiar, y la que suscribe se adhirió en la etapa de Estella, por aquello de enseñar un poco el lugar donde nació y descubrir ese camino que, de puro conocido, no había hecho en mi vida. Vuelta a los orígenes.

He de reconocer que durante esos 20 km. me sentí orgullosa de mi terruño, de los mares de trigo ondulantes, los puentes románicos, las amapolas que asomaban junto al camino, los lavaderos medievales, las fuentes y los hortelanos que te hablan gritando como si estuvieras a 500 metros de distancia cuando estás a 5. Siempre que miras tus parajes a través de otros ojos encuentras algo nuevo y mejor.

Tramo entre Villamayor de Monjardín y Los Arcos.
- Mi tierra también es muy verde, y tiene un montón de colinas y montes, pero no es como aquí... Esto es maravilloso.

Me lo dijo una chica colombiana con la que coincidimos en una cuesta arriba. Ella llevaba muletas y un ritmo costoso, casi arrastraba la pierna izquierda. 800 km. así. Otro peregrino de Montpellier y madre americana nos desveló el misterio en el siguiente pueblo. Había sufrido un accidente que le había dejado paralizada la mitad inferior del cuerpo. Tras un tiempo de rehabilitación se había lanzado al Camino de Santiago. Sí, 800 km.

A nosotros, las cuatro horas de paseo nos sirvieron para hablar de madres, de serlo y no serlo, de lo que han sufrido algunas de las nuestras y de lo poco que se les nota hoy -por eso saben disfrutar mejor-, de lo que hacen sufrir cuando los años pasan, de amores, parejas y peajes, de sueños perdidos y libertades encontradas, de los viajes que hicimos y los que haremos. Y también para libar antídotos contra la trascendencia, reírnos, bañarnos en fuentes del Medievo y después cenar rico todos juntos. ¡A por el siguiente tramo!