sábado, 9 de abril de 2011

Listos y tontos

Mientras me ponía una piña y unos tomates raf -los únicos que saben que son tomates y no creen que son pepinos-, mi frutera de cabecera se alegraba por lo bien que me está sentando este tiempo sabático. A ella le encantaría tener los sábados libres, no viajar durante medio año por el mundo o que le toque el sueldo nescafé para toda la vida, no. Tener los sábados libres. Echa de menos todo lo que no puede compartir con su gente ese día de la semana. Para eso sólo le queda el domingo.
- Coged a alguien los sábados, le sugerí como si fuera Punset, con la clave de la felicidad oculta entre los rizos.
- No. A la clientela le gusta vernos siempre a los mismos. Si no, no se fían.
- ¿Qué creen? ¿Que el nuevo va a apoyar el codo en la balanza cuando ponga encima los tres limones?
- Mmmh... Algunos sólo quieren que les atienda yo, otros sólo quieren con Mari y otros con Jose. Piensan que les vas a engañar.

¿¿¿Piensan que les vas a engañar??? Tendría que ser idiota la frutera para perder así un cliente, ¿no? Como dudo de que esos clientes piensen que mi frutera es idiota, sólo se me ocurre una posibilidad: hay personas genéticamente desconfiadas. O jodidamente desconfiadas, que vendría a ser lo mismo. Quizá la Humanidad se divide en dos clases de seres: quienes pondrían los brazos y las piernas sobre una hoguera por cualquiera y quienes siguen un mantra tatuado en algún recoveco del cerebro, piensa mal y acertarás. Los primeros pueden resultar ingenuos y hasta imbéciles. Los segundos se consumen en esa pobreza de espíritu y en ese sinvivir permanente. Qué agotador tiene que ser buscar siempre la peor posibilidad, ponerse en el escenario más tormentoso, imaginar que en cuanto bajes la guardia te va a caer ese golpe en la nuca. Cuánta energía perdida. Claro que la vida te lleva a desconfiar en ocasiones, por aprendizaje y por puro instinto de supervivencia, pero si la frutera nunca te ha metido una manzana medio podrida, ¿qué te hace pensar que eso es lo que en el fondo quiere hacer?

Trabajando me ha tocado conocer a algunas personas, pocas por suerte, que ven enemigos cercándoles continuamente, creen que todos quieren hacerles la cama, quitarles el sitio y metérsela doblada. Todo al mismo tiempo. Un psicólogo hablaría de trastornos serios, manía persecutoria, paranoia, complejo de inferioridad... pero como esos seres suelen despreciar a los psicólogos y a los psiquiatras y parece que tampoco tienen amigos de verdad que les digan lo que les pasa, andan sueltos por el mundo, con sus enfermedades sin diagnosticar. Haciendo el mal para adelantarse al mal que seguro que les van a hacer. Asomándose al hombro de su frutera para que no les cuele una manzana medio podrida pero sin darse cuenta de que lo que tienen podrido es el cerebro. Qué listos son.

1 comentario:

  1. Se abrió la espita y por fin! las palabras vuelven a fluir de la mente de la escritora que siempre está ahí, agazapada....bienvenida de nuevo!

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