domingo, 2 de diciembre de 2012

Veranos de pueblo

Autora: La que transcribe. 

Recordar los veranos desde el invierno. Sugerente. Recordar la infancia desde la adultez. Nostálgico. Introducir en la coctelera ambos ingredientes + los personajes que los protagonizaron, ¡¡inenarrable!! Pero lo voy a intentar.

Esto es lo que hicimos ayer en mi querida Vieja Iruña, nos reunimos 13 personas, valientes que no tememos a las supersticiones, ni a las temperaturas antárticas de la ciudad en diciembre, ni a las imprevisibles situaciones que pueden generarse cuando se reencuentran personas que compartieron vacaciones estivales, postillas en las rodillas, bocadillos de Nocilla, excursiones en bici, tomates robados y disfraces que no eran disfraces, eran la vestimenta del cura. Todo esto en un pueblo de veintipocas casas, un par de calles, una fuente, un lavadero, un bar, una iglesia, un cementerio, mucho campo para correr alrededor y buenas carreteras de gravilla en las que despellejarse uno vivo al derrapar. Olvidaba un detalle, al llegar a este pueblo la carretera muere y nacen las laderas de una sierra escarpada que alterna robles y encinas hasta un circo rocoso sobrevolado por buitres. Desde allí se derrama un viento fresco todas las tardes de verano hacia las seis. Mágico.

Valientes decía, sí, los que nos asomamos ayer al pasado, gente corajuda que no se amilana ante la posibilidad de que el restaurante del casco viejo que tiene a bien darnos de comer tras arribar a su barra con el frío ya superado gracias a una rigurosa dieta líquida, pueda convertirse en la casa de las dagas voladoras. Hubo alguien que atisbó ese riesgo, y avisó. Se equivocó, menos mal. Porque entre los componentes del grupo hay uno que maneja palas excavadoras como otros conducimos mondadientes. Así que tonterías, las justas. Me paso al dialecto. Tonterías, las justicas, ¿eh?

Bien. En los 13 del patíbulo se rastrea hoy en día un poco de todo, como en cualquier comunidad de vecinos. Madres y padres, solter@s vocacionales, noctámbul@s impenitentes, profesionales cada uno de lo suyo (del hogar, la policía, la maternidad, la fábrica, la sanidad, la empresa, los medios de comunicación...). Con unas cuantas historias en la mochila y más o menos suerte en la vida, supongo. Pero, sobre todo, con memoria de paquidermo. Me quedé muerta. Mentes brillantes se han perdido el MI-5 y el Mossad por no haber rastreado a tiempo Tierra Estella. (Casos de Alzheimer prematuro, también).

- ¡Hostia! ¿Os acordais de lo del buzón?
- ¿Cuál?
- ¿Había buzón?
- Sí, joder, el que estaba al lado de la puerta del bar.
- Pero... ¿de los grandes?
- ¡De los grandes no! ¿Dónde vas a meterlo? ¡De los pequeños! ¡Uno amarillo que estaba atornillado a la pared!
- ¡Ah sí! ¡El que arrancó no sé quién en  fiestas una vez!
- Joder, ¡lo arranqué yo! ¡Con Koldo y con Alfonso! Para jugar un partido de fútbol.
- ¿¿Con el buzón??
- Buah, ahí estuvimos dándole patadas a las ocho de la mañana delante del bar, después de que terminó la orquesta. ¡Cómo lo pasamos! Hasta que nos cansamos y nos fuimos a dormir.
- Yo no me acuerdo...
- Es que tú no estabas.
- Caro, ahí ya os quedabais los malos.
- Total, que estaba yo en la cama y sube mi madre, "oye, que está abajo la Guardia Civil". "¿Y qué quieren?". "Pues hablar contigo". "Bah, si me acabo de meter a la cama, diles que estoy durmiendo".
- ¡¿Qué dices tío?! ¿No bajaste?
- No. Así que conforme sale mi madre me quedo sobado otra vez. Y de repente una mano me hace pam-pam en el hombro, "despierta". Abro los ojos y... ¡ostia! ¡¡Un guardiacivil en mi cuarto, al lado de la cama!! Buah, ni sé lo que le conté.
- Algún vecino, que les llamaría.
- Qué amargaos, chica, una vez que son fiestas al año...
- Igual le estarían jodiendo un poco el sueño con el ruido de las patadas al buzón.
- Puede ser, sí...
- ¡¡Ah!! Que luego vino Alfonso a casa a desayunar y se llevó el bote de Nocilla de 500 gramos y pensamos ¿para qué, si acaba de ponerse ciego a magdalenas y bizcocho?
- Y cuando nos levantamos nos encontramos la pared del bar pintada con letras gigantes, NO PASARÁN.
- ¡¡Con la Nocilla!!
- ¡¡¡Sííííí!!!
- Ostras, yo no me acuerdo...
- Es que tú no estabas.




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