La foto es robada. El contenido, nunca visto. |
En esta coyuntura a mi modo de ver tirando a tristonil mi chico se ha encontrado junto al parking un muerto. Esta mañana, cuando madrugaba como una alondra para hacerse un monte, que es algo que, entre otras cosas, sabe hacer muy bien. Un muerto. Mientras me lo contaba me he dado cuenta de que nunca he visto uno. Él tampoco ha llegado a verlo realmente porque los ertzainas que rodeaban el cadáver ya lo habían cubierto con una de esas mantas térmicas que parecen papel de aluminio para envolver bocadillos pero más bien suelen envolver emigrantes congelados que llegan en patera a las costas andaluzas y canarias. O chavales que se estampan contra un puente en una autopista a 150 km/h. No sabemos por qué ha muerto ese señor ni de qué. Si de sobredosis, de coma etílico o de paro cardiaco simple y definitivo. Tampoco sabemos si era un señor de 53 años o un chaval de 27. Como Amy, que según nos dicen ahora parece que estaba limpia de drogas que no fueran alcohol el día de su fallecimiento. ¿Qué más da qué hubiera consumido en las horas previas a su muerte? La cuestión es que esa chica que a mí me provocaba ternurilla ha palmado y no va a poder grabar nada más con esa voz que tenía. Pero ya estamos rascando con la uña el cartoncito de su muerte como hienas, para ver si debajo del círculo dorado nos aparece alguna de las palabras mágicas. "Crack". "Heroína". "Cocaína". Esta es otra tribu que me provoca infinita pereza. La de quienes se llevan las manos a la cabeza cuando ven o escuchan hablar a alguien que se ha metido un par de rayas, o ha tomado éxtasis, por ejemplo. Claro, es malo. Trincarse doce vinos, o tres katxis de kalimotxo, o seis gintonics, eso sí, bien puestos, es sano para el organismo, contribuye a limpiar la flora intestinal y libera las neuronas mejorando su funcionamiento a medio plazo. Qué cansinismo. Este es un debate plagado de tópicos y de demagogia. Sin frivolizar ni restar importancia a lo que sin duda la tiene, o todo es bueno o todo es malo. Depende de la edad de iniciación, de la medida y de que uno tenga la cabeza medianamente amueblada para saber qué hace, con qué frecuencia y cómo sienta a su organismo cada sustancia que introduce en esa maquinaria. Me parece a mí.
Cuanta razon, Esparza! como siempre, por otra parte. Yo también era hasta hoy, de esa otra mitad, que da pereza, que trata de ensalzar este tipo de greys days, pero esta vez ya me he dado por vencido, y he dicidido cortarme la coleta! Darme a la bebida, como Amy, o hacer que la Audiencia Nacional me meta en chirona por las mas insignificante de las excusas, porque alí si que se quejan con razón de que no ven el sol.... Muxus guapa!
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