Florence cantaba You've got the love & The Machine la acompañaba en el Festival de Glastonbury del año pasado y la masa se entregaba a la luz dorada de la tarde. Con este video un amigo nos ha deseado lo mejor para este año. Otra amiga ha repartido árboles navideños con ramas suficientes para que quien quiera ocupe una y se ponga ahí una casa. Otra me ha enviado la etiqueta de una camiseta de algodón deseándome que coma, beba, sonría, que no haga dieta -que siga comiendo, vamos-, ... que sea feliz. Varios amigos con niños, hijas preadolescentes y mis sobrinos del alma y del corazón, han llegado estos días hasta mi mail cantando villancicos vestidos de elfos que bailan hip-hop sobre la nieve y de duendes tiroleses que arrastran abetos quince veces más grandes que ellos y después agarran la guitarra eléctrica y se cascan su actuación. Otro amigo ha aprovechado una de las imágenes del año, sí, la de la pareja adolescente dedicada a lo suyo -valientemente sobria o perfectamente ebria- en plena disolución policial de una manifestación para lanzar un mensaje que le podría acarrear una clara denuncia de una marca de preservativos.
¿Y todo esto para qué? Para obligarme a reconocer que los banqueros tienen razón. Sale sarpullido sólo con pensarlo, pero al César, lo que es del César. ¡En tiempos de crisis, valores seguros! Es lo único que funciona con garantía. Así que, a pesar de que una es más de impares, para este 2012 que nace, pobre, casi asfixiado y envuelto en el paño de luto con que lo abrigan todos los agoreros económicos, incluidos los que casi lo han matado, olvidémonos de lo accesorio. Y quedémonos con lo que nos mantiene vivos, el amor, el sexo, los amigos, las amigas, la familia, el cariño de toda la gente que sabe estar cuando se la necesita, las risas, los buenos libros, las pelis, los vinos, las cenas... Lo que nos alimenta. Y devolvámoslo también.
Yo os regalo algo robado. Un juego que propone Albert Espinosa en su último libro. Consiste en que cuando uno se encuentra naufragando en plena crisis personal, profesional, sentimental o existencial, hay que salir del mundo, buscarse alguien con quien poder hablar de todo o de nada, según lo que venga bien en cada momento, tomar ese vino, leer ese libro y ver esa película, y cuando ya se ha conseguido ver qué fallaba en el mundo, en el que cada uno nos construimos alrededor, se puede volver ya un poco mejorado para tratar de mejorarlo. ¡Feliz 2012!
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